El príncipe Guillermo de Inglaterra está poniendo a punto la casa de campo que la reina Isabel II le regaló por su 30 aniversario. En esta significativa fecha, el duque de Cambridge no sólo pudo disponer de la herencia que le dejó su madre, la princesa Diana de Gales, sino que además su abuela le obsequió con esta histórica edificación, situada en la finca real de Sandringham, en el céntrico condado de Norfolk.
Las obras de remodelación de la fachada ya está en marcha y
la finca real se ha convertido en un auténtico ir y venir de maquinaria de obra
y operarios de la construcción. Aunque su residencia oficial se encuentra en el
palacio de Kensington, los duques de Cambridge sienten predilección por este
remanso de paz rodeado de un extenso terreno verde de cerca de 32 kilómetros.
Aquí fue donde la pareja disfrutó de sus primeras Navidades
como marido y mujer y pasó a ser de su propiedad semanas después de conocerse
que esperaban su primer hijo, el príncipe de Cambridge, que ahora ocupa la
tercera posición en la línea de sucesión al trono británico.
Pero no sólo los futuros reyes de Inglaterra han pasado en
este enclave las fiestas navideñas, pues es tradición en la familia desplazarse
hasta el palacio de Sandringham para despedir el año. No obstante, esta casa de
campo no permanece cerrada durante el año, ya que son comentadas las escapadas
que el príncipe Enrique y su novia, Cressida Bonos, realizan con asiduidad para
disfrutar de su intimidad. La última, el mes pasado en medio de los rumores de
boda entre el hijo pequeño del príncipe Carlos y la joven aristócrata. Rumores
que persiguen con fuerza a la pareja desde hace varios meses, pero parecen
resistirse por el momento a dar el gran paso de situarse frente al altar.
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